
La globalización baila al ritmo del "dos por cuatro" en el Mundial de Tango
Hernán Di Bello
Buenos Aires, 28 ago (EFE).- Ruth y Rojer nacieron en Argentina, viven en España y representan a Barcelona en Buenos Aires, donde estos días 400 parejas participan en el cada vez más cosmopolita Campeonato Mundial de Baile de Tango.
Concentrados y algo nerviosos, los jóvenes se pierden en el mar de idiomas que inunda los camerinos del estadio cubierto en el que tienen lugar las rondas clasificatorias del certamen, que va por su sexta edición.
A Yanina Meisinger y Rojer Zalazar les toca compartir escenario con parejas de Sudáfrica, Chile, Venezuela, Italia, Colombia y distintas regiones de Argentina, pero con la música las nacionalidades desaparecen y todos se esmeran por sacarle "viruta al piso".
Ella nació en Buenos Aires, él en la ciudad de Córdoba (centro del país) y desde hace más de dos años residen en Barcelona, donde han montado una "milonga" y dictan clases de baile de tango a "españoles, extranjeros y algún que otro argentino nostálgico".
"Barcelona es nuestra segunda casa y elegimos representar a la ciudad porque vinimos especialmente de allí, más allá de que aprovechamos el viaje para visitar a familiares y amigos en Buenos Aires", explica Yanina.
Los bailarines eligieron competir en la categoría de "Tango Salón", el estilo más popular y tradicional de las milongas porteñas, que para Rojer es "más difícil" que el "Tango Escenario", especialidad que incorpora coreografías deslumbrantes, vestuario y maquillaje.
"El año pasado participamos en el Mundial y quedamos entre las treinta mejores parejas. Ahora nos sentimos más seguros y afianzados. Hace dos años que bailamos juntos y ya tenemos el mismo estilo, nos conocemos más y peleamos menos", relata la joven.
Aseguran que el nivel de esta competición "es alto" y sostienen que, si bien los ganadores suelen ser bailarines locales, en la pista "prácticamente no hay diferencia entre argentinos y extranjeros".
El peinado, la ropa y el calzado son tan importantes como la propia danza para Yanina y Rojer, que diseñan su propia vestimenta y están pendientes del más mínimo detalle antes de iniciar cada actuación.
Tras aclarar que su relación "no pasa de la amistad", el joven detalla que "para bailar tiene que haber algo especial en la pareja y si no hay química se nota mucho, porque la sensualidad en el tango es esencial".
"Si lo nuestro fuera el fútbol nos gustaría jugar en Primera División, ser los Maradona del tango", bromea Rojer, que tiene 24 años, se dedica a la danza desde los ocho y, además del ritmo del "dos por cuatro", domina el folclore.
Por lo pronto, por su actuación en la ronda clasificatoria la pareja quedó entre las 54 clasificadas para las semifinales del Mundial, que tendrá lugar mañana viernes en el Estadio Obras de la capital argentina. borrado
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